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EL IMPACTO DEL DEPORTE EN EL CEREBRO: ¿ESTAMOS SUBESTIMANDO SU PODER?

31 de oct de 2024

El paso que estamos ignorando: Cómo el deporte puede ser clave para mejorar nuestro bienestar. Cuidar nuestras 'hormonas de la felicidad' puede marcar la diferencia.

Hace unas semanas, estaba charlando con la hermana de una amiga, que es psicóloga, y le conté sobre una experiencia personal que me marcó. En uno de mis momentos más oscuros, sentía que estaba cayendo en una depresión, y mi psicóloga me sugirió algo que me sorprendió: volver a hacer deporte. Al principio, dudé. No pensé que algo tan simple como moverme pudiera hacer una diferencia. No tenía nada que perder y decidí intentarlo. Rápidamente noté una mejora increíble en mi estado de ánimo y bienestar.


La hermana de mi amiga me dijo: "El primer tratamiento para una depresión no clínica es el sueño, la alimentación y el deporte". Que loco como algo tan simple pueda pasar desapercibido, ¿no? Muchas veces subestimamos lo poderoso que puede ser cuidar estas áreas básicas de nuestra vida.


El deporte y su impacto en el cerebro


El ejercicio no sólo tiene beneficios sobre el cuerpo, sino también sobre la salud cerebral. Está comprobado que el deporte es uno de los factores más determinantes en la prevención de enfermedades neurodegenerativas, como la demencia. Un estudio publicado por la revista Alzheimer’s Society demostró que las personas que hacen ejercicio regularmente tienen un 20% menos de riesgo de desarrollar demencia en comparación con aquellas que llevan una vida sedentaria. Además, la actividad física juega un rol importante en mantener la memoria y las habilidades cognitivas durante más tiempo.


Cuando hacemos ejercicio, se activan áreas del cerebro relacionadas con la memoria y la capacidad de aprendizaje. El deporte fomenta la neuroplasticidad, que es la capacidad del cerebro para reorganizarse y formar nuevas conexiones neuronales. Esto es fundamental para mantener un cerebro saludable a lo largo de la vida. Además, el ejercicio regular ayuda a reducir el riesgo de enfermedades mentales, como la depresión y la ansiedad, liberando endorfinas, las llamadas "hormonas de la felicidad". Es decir, tenemos acceso garantizado a sentirnos mejor con algo tan simple como poner nuestro cuerpo en movimiento.  


Separar el deporte del sufrimiento y la estética


El problema es que muchas veces asociamos el deporte con algo negativo: un sacrificio que hacemos para lograr un objetivo estético. Esta visión limita nuestra relación con el movimiento. El deporte no debería ser un castigo ni un medio para alcanzar un ideal físico impuesto. Moverse no tiene que equivaler a sufrir en un gimnasio.


El verdadero propósito del ejercicio debería ser sentirnos bien con nosotras mismas y cuidar nuestra salud mental y física. Si no te gusta ir al gimnasio, no es necesario hacerlo. Hay mil maneras diferentes de mover el cuerpo: salir a caminar, jugar al fútbol con amigas, hacer una clase de baile, o simplemente disfrutar de un paseo en bicicleta. La clave está en encontrar una actividad que disfrutes y que te permita conectar con tu cuerpo desde un lugar de cariño, no de exigencia.


Un enfoque integral para la salud mental y física


A veces, destacar obviedades es necesario. Pero leer sobre el tema, me hizo darme cuenta que es muy común no priorizar comportamientos básicos para estar bien: dormir bien, alimentar nuestro cuerpo, y movernos con regularidad. Estos hábitos, por más obvios que sean, son fáciles de olvidar y pueden tener un gran impacto en nuestra calidad de vida. 

Vivimos en una época donde cada vez más personas luchan con problemas de salud mental. La desconexión con el cuerpo, el estrés y el sedentarismo nos están afectando más de lo que pensamos. Pero tenemos la capacidad de tomar medidas concretas y simples para mejorar nuestro bienestar. Incorporar el deporte en nuestra vida diaria no solo es una herramienta poderosa contra la depresión, la ansiedad y las enfermedades neurodegenerativas, sino también una forma de conectarnos con nosotras mismas y mejorar nuestra calidad de vida.


En un mundo donde nos sentimos abrumadas por la rutina, vale la pena recordar que cuidar nuestro cuerpo también es una forma de cuidar de nuestra mente. Y no tiene que ser complicado: moverse es, en su esencia, una forma de querernos.

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