
5 de nov de 2024
En un mundo donde la política y el entretenimiento parecen fusionarse cada vez más, los candidatos presidenciales de Estados Unidos, Kamala Harris y Donald Trump, están demostrando como se redefinió la manera de hacer campañas políticas en la era de las redes. Harris se presentó en Call Her Daddy, el podcast de Alex Cooper que, aunque más conocido por sus conversaciones sobre relaciones, sexo, y feminismo, abrió un espacio para hablar de derechos fundamentales, como el aborto, tras el alboroto de la anulación de Roe v. Wade. En paralelo, Donald Trump se sentó en The Joe Rogan Experience, conocido por sus charlas sin filtro y discusiones de larga duración, acumulando millones de visualizaciones en YouTube. Lo interesante es que ni Cooper ni Rogan se posicionan explícitamente con sus invitados, pero la afinidad de ideas con sus invitados es palpable.
Los podcasts tienen ese ‘algo’ que la tele nunca llegó a tener. Pueden mostrar (o exponer) las verdaderas ideas y personalidades de sus invitados, para bien o para mal. Y aun más importante para los candidatos presidenciales, tienen un alcanze a la audiencia que la television solo puede soñar al dia de hoy. En 2002, solo 12% de los norteamericanos arriba de 12 años reportaban consumir audio online. Ese numero en 2023 llego a 75%. Mientras tanto, solamente un tercio de la poblacion de EEUU reporta seguir los canales de noticias. Un solo episodio de Joe Rogan o Alex Cooper tienen millones de visitas, números significativamente más altos que cualquier programa de CNN o Fox News.
La caída de la TV tradicional
La televisión solía ser el árbitro de la conversación pública, el medio al que todos miraban para informarse. Sin embargo, el tiempo y la forma en que se consume información cambiaron drásticamente. Las audiencias ven la televisión como un espacio rígido y sesgado, donde los análisis son apurados, manipulados, y superficiales. Las audiencias sentimos una distancia con la tele y sus comentaristas. Por el contrario, los podcasts ofrecen algo invaluable: tiempo.
Tiempo para explorar un tema en profundidad, para que su invitada se explique sin la presión del reloj, y para que la audiencia escuche sin sentirse bombardeada por anuncios o por el mensaje de un canal que baja linea desde arrriba. A su vez, las audiencias confian en el host del podcast. Tanto Cooper como Rogan tienen su base de fans, que los esuchan todos los episodios. Tienen una gran afinidad con su público. Este cambio explica por qué cada vez más políticos eligen este formato para hablar directamente a la gente, sin intermediarios que puedan distorsionar su mensaje, y ofrecer al oyente una sensacion de cercanía a la cual no tenian acceso en el pasado.
Lo que estamos viviendo con el auge de los medios digitales, como lo podemos ver con canales de streaming y podcasts en Argentina también, es que hay una gran frustracion global con los medios de informacion tradicionales. La audiencia se siente manipulada en vez de informada, ya sea por diarios o canales de television. Este tipo de medios tiene su agenda y buscan dictar las conclusiones, y asi pasar su mensaje, no dejar que el publico forme sus propias opiniones. En Argentina, es facil prender la tele y darte cuenta que partido politico defienden en un instante, sin dar mucho lugar al pensamiento critico, ya sea C5N para la izquierda o TN para la derecha. Vemos el equivalente en Estados Unidos con CNN y Fox.
Votamos personalidades, no ideas
El verdadero poder de los podcasts radica en la capacidad de los candidatos de mostrarse como individuos con matices y humanidad, no solo como políticos rígidos y calculados. Es en estos espacios donde pueden reírse, equivocarse y discutir temas sin guion. Esta autenticidad, percibida o real, es lo que hace que los votantes se sientan conectados y escuchados, especialmente en una época en la que la política tradicional se ve como distante y desconectada de la gente común. La estrategia de presentarse en podcasts no solo permite a los candidatos acercarse a sus electores, sino que también redefine la manera en que se percibe la política: más personal, más directa y, quizás, más creíble. Este movimiento hacia medios más íntimos y prolongados está forzando a los políticos a repensar cómo construyen su imagen pública y cómo pueden cultivar una relación más genuina con el electorado, algo que en el mundo hipermediatizado de hoy es más importante que nunca.
Cuando Trump irrumpió en la política, lo hizo de una manera que desarmó a sus oponentes: como una celebridad más que como un político. Milei hizo lo mismo en Argentina. Estos líderes entendieron que en la era digital, donde lo que prima es la personalidad y el show, ser un “político serio” ya no es suficiente, y hasta podria ser una formula de fracaso. Hay que ser un personaje. Hay que vender una historia, una narrativa con la que los seguidores puedan conectarse emocionalmente. Esta “celebridad política” es un fenómeno en el que la imagen vale mucho más que las ideas. Lo que logran es construir una base de seguidores leales que los ven como héroes o villanos, figuras casi mitológicas que trascienden la política y se meten en el terreno de la cultura popular.
En este nuevo paradigma, las campañas políticas se alejan cada vez más de los discursos formales y las plataformas tradicionales para estar en un ámbito donde la autenticidad es lo primero. Los votantes ya no solo buscan líderes con propuestas sólidas, sino figuras que les inspiren confianza, admiración,y cercanía. Esta tendencia plantea preguntas sobre el futuro de la política: ¿estamos encaminándonos a un escenario donde la popularidad y la capacidad de ser un personaje mediático superan la importancia de las políticas públicas? ¿Y cómo puede este fenómeno afectar la calidad del debate político y la toma de decisiones? Lo cierto es que, mientras los podcasts y todos los nuevos formatos de medios sigan moldeando la manera en que los políticos se presentan al mundo, la línea entre política y entretenimiento va a seguir difuminándose, desafiando las expectativas y reconfigurando lo que significa realmente liderar en la era digital.
Via Instagram, Kylie Jenner